Si, la lana. Ese material del que usualmente sabemos dos cosas: que es calientito y que pica 🙂
Ahora vamos a conocer un poco más sobre este material.
La lana es un pelo, en general suave y rizado, que en forma de vellón recubre el cuerpo de los carneros y ovejas. Está formada a base de la proteína llamada queratina, en torno al 20-25% de proporción total. Cada pelo es segregado en
un folículo piloso y consta de una cubierta externa escamosa (lo que provoca el enfieltrado) que repele el agua, una porción cortical y otra medular (que absorbe la humedad). Varía entre 12 y 120 micras de diámetro, según la raza del animal productor y la región de su cuerpo, y entre 20 y 350 mm de longitud.
Los filamentos están ondulados, de ahí el aspecto esponjoso y cálido que tienen, además de conferirles una elasticidad del
30 al 50 por ciento. Por lo general, el rizado de la fibra está en proporción directa con la calidad de la lana.
En la figura a continuación vemos una excelente imagen de una fibra de lana obtenida a 1.000 aumentos con el microcopio electrónico de barrido (SEM). Toda ella aparece recubierta de las escamas típicas de las fibras lanares, que le dan un aspecto de tallo de palmera. Esta accidentada superficie exterior facilita la retención de agua interfibrilar. Esta fibra tiene un diámetro de unas 15 micras y parece como si no pudiera ya desfíbrarse en elementos más finos, pero esto no es así.
Los ovinos actuales productores de lana de vellón son todos de la especie ovis aries, descendientes del muflón y de otras razas de primitivos bóvidos asiáticos. Viven en rebaños, al cuidado del hombre desde la de Piedra, y a través de su larga historia de animal doméstico ha sido sometido a sucesivas hibridaciones, cruzando entre sí diversas razas en busca de mejores productoras de lana o de carne, según los fines de explotación, y con la finalidad de mejor adaptación a los climas de su crianza.
Propiedades de la lana.
La higroscopicidad de la lana unida a su propiedad de frenar el intercambio térmico le confiere ese carácter de equilibrador que tiene el tejido de lana: 1) Retiene en torno a la piel el calor que ésta produce, proporcionando al cuerpo una sensación cálida. 2) Atrae y retiene la humedad, en evaporación constante cuando la temperatura exterior es suficientemente alta, absorbiendo calorías, lo que produce en el cuerpo la sensación de frescor.
Absorbe la transpiración. Cuando la prenda de lana se lleva puesta, la propiedad que tiene de atraer la humedad actúa sobre la piel absorbiendo el sudor, impidiendo o retrasando su fermentación y el olor característico del sudor fermentado.
Repele el agua. Debido a la grasa natural que es parte constitutiva en ella, la lana repele el agua en su superficie.
No es inflamable. No propaga la llama (huele a pelo quemado); no funde y, por tanto, no se pega a la piel en caso de incendio.
Es elástica. Característica inherente a su rizamiento natural (explicado en el gráfico).
Es estable, no se deforma fácilmente en puntos de roce continuo, como codos o rodillas .
Poco arrugada, gran poder de recuperación o resiliencia. La prenda de lana recupera fácilmente la “caída”; una prenda de lana bien colgada durante una noche “recupera” sorprendentemente su buena forma.
Fijación de la forma. Se puede estabilizar en una forma o dimensión determinada mediante: humedad + presión + temperatura (el plisado, por ejemplo).
Capacidad de enfieltrarse. Se consigue mediante fricción + presión + humectación, sus fibras se entrelazan de forma irreversible. Suele ocurrir al lavarla en lavadora. Al eliminar la presión sobre las fibras, éstas ya no recuperan su posición original. A base de una repetida actuación de estos factores se logra un fieltro muy fuerte que es característico de la lana y otros pelos con superficie escamosa. Tal propiedad es aprovechada para la reutilización de los desperdicios de fibras de lana demasiado cortas para ser hiladas. Este fieltro sirve para la fabricación de sombreros, revestimientos y aislantes acústicos.
Es resistente a los ácidos, pero no lo es a los álcalis (lejías), incluso diluidos.
Puede apolillarse. Los eficaces tratamientos antipolillas han conseguido que esto haya dejado de ser preocupante a la hora de fabricar o adquirir una prenda de lana.
Amarillea bajo la acción de la luz solar.
No almacena electricidad estática. Esta propiedad, más la higroscopicidad, la de aislante térmico y la elasticidad, sumadas, le confieren a la lana una propiedad más, excelente y exclusiva, que es la de resultar calmante nervioso, reconocible aun en somero análisis, por su tacto agradable.
Por último, veamos la manera en que debe cuidarse.
- LAVAR EN AGUA TIBIA, CON PRECAUCIONES: JABÓN NEUTRO, SIN FROTAR NI RETORCER
- SECADO HORIZONTAL
- PUEDE LIMPIARSE EN SECO
- SE PUEDE PLANCHAR, A BAJA TEMPERATURA Y CON UN PAÑO HÚMEDO, PARA EVITAR BRILLOS
- SÓLO LAS PRENDAS SUPERWASH PUEDEN LAVARSE EN LAVADORA CON PROGRAMA DE LANA
Y sin perder la costumbre de lo que hemos aprendido sobre simbología.